Recital poético de Pilar Lojendio con motivo del PRIMER SALÓN DE ARTE EXPERIMENTAL DE CANARIAS. 
NUESTRO ARTE.
Santa Cruz de Tenerife 28 de Noviembre de 1964

Palabras de Julio Tovar en la apertura del acto

Señoras, señores: Esta noche, aquí, en una sala de museo provinciano, entre cuadros históricos, uno sabe muy bien por qué se siente extraño, totalmente desplazado. Hombre y fondo, figura y paisaje, no hermanan cordialmente. Y no es, como pudiera pensarse alegremente, que el tiempo nos distancia de la obra expuesta. Lo que nos separa del fondo, lo que hace imposible la fusión, lo que nos hace solitarios en medio de tanta gesta ilustre, son las ideas, la expresión, un lenguaje totalmente incomunicativo. Todos formamos parte de una sociedad, a veces esta sociedad no nos gusta, pero, sin embargo, estamos inmersos en ella, viviendo en ella y respondemos -querámoslo o no- a un determinismo colectivo. ¿Cómo podemos rehuir este condicionamiento de nuestra voluntad expresiva?

Cada uno ha de usar de su propio lenguaje y libremente. ¿Es el lenguaje del artista un lenguaje estético tan solo? Todo arte -ha venido en decirse-, se dirige al hombre, al hombre radical de carne y hueso, y cuando el artista -el hombre que es el artista- se vuelve de espaldas si la realidad, a los problemas de su tiempo, el arte es solamente esteticismo o evasión. El término evasión, por lo bien o mal usado, se ha tornado confuso y se presta a equívocos. Lo que si hay que decir es que el artista ha de comprometerse con su obra y su mundo, con su sueño y su circunstancia histórica. Yo, intencionadamente, comprometiéndome con mi tiempo y sus ideas, con ese nuevo humanismo que vislumbra a través de una dialéctica, me pregunto, ¿qué puede decirnos esta obra, estos cuadros que nos cercan y que nos dejan una sensación tremenda de incomunicación? 


La presentación histórica, no es válida en tanto en cuanto no sea más que representación, porque la representación está eludiendo la realidad misma a través de un mimetismo dramático. Uno, no obstante, con buena voluntad y paciencia, quisiera aprendeher (sic) este marco, hacer vivas -otra vez- las sombras, desmontar toda la tramoya para encontrar, como una fuente insospechada, la condición humana de los personajes estáticos -que estáticos desde siempre- nos miran. Saber, por ejemplo, quien fue ese caballero que, con ademán desolado, muy de tercer acto de cualquier drama decimonónico, mira a su rival caído en tierra ,con una muy elegante compostura, herido en duelo de honor; o a ese esposo burlado que quiere, muy dentro de las ideas, de la moral de su mundo, limpiar el deshonor de la esposa infiel con la sangre del amante; o el sentimiento --el desencantado sentimiento-- de esa gente que lucha, su servidumbre y grandeza, por defender la casa --la patria--cercada, ignorando que los hombres contra quienes luchan vienen a traer ideas, maneras de gobernar, de entendimiento, renovaderas. El tiempo, por supuesto, no es únicamente el que nos separa de estos cuadros. Lo que nos aleja es el gesto, la, palabra, la expresión falsa.

Cada uno, se ha dicho ya, ha de usar su propio lenguaje y libremente. Un lenguaje cordial y sencillo. La comunicación plástica o poética, es inoperante. Hay que hablar para que el otro me entienda, si no mi palabra queda como un eco en el vacío, grotescamente traída y llevada por el viento. Pero también hay que decirlo, el hombre ha de encontrar, ha de buscar su lenguaje. El que no suene, como dice la gente a moneda falsa. La lucha por la expresión, por una voluntad de estilo, es necesaria, honesta y humanamente necesaria. La obra bien hecha no encierra, como dijera algún ensayista, narcisismo alguno. Es un sentimiento honrado del hombre con lo que hace. Aquí, entre estos cuadros históricos, -o anecdóticamente históricos, para ser precisos- uno se siente aislado, desplazado totalmente. Y, sencillamente, por una razón valedera: Porque ya no hablamos el mismo lenguaje, porque la expresión estética, su realización no es la de nuestro tiempo. Esta que estamos viendo es una historia de epitafio, todo lo hermosa que se quiera, pero epitafio a fín de cuentas.

Esta noche, aquí, repito, en la sala de un museo provinciano, tengo que presentar a un poeta de todos conocido. Yo, es fácil adivinarlo, le tengo un extraño, desconcertante temor a la palabra dicha a viva voz. Pero me he sentido obligado -cordialmente obligado- a hacer la presentación de Pilar Lojendio. Si alguien me preguntara el por qué he relacionado este fondo de museo -que nos va a servir para meternos en el mundo poético de Pilar Lojendio-, le diría, sencillamente porque las ideas si las hay, son válidas también para la poesía de nuestros días. Cuando el poeta ha desnudado su expresión, la ha apurado al extremo, se ha hecho carne y latido de la gente, paradójicamente, se ha sentido solo. No en vano flota una retórica que asfixia. No en vano, también la poesía quiso, en un momento determinado, "ir a la minoría siempre". De ahí su miseria y grandeza. Se encerró. Pero un día el poeta descubrió nuevamente al hombre, lo encontró "a imagen y semejanza", y se hizo humilde, y buscó el habla coloquial, el tono íntimo, sencillo y desgarrador con que habla el pueblo. Entenderse, encontrar al prójimo, incitarlo.

Yo recuerdo, hace años, algunos mejor, ya que el tiempo empieza a ser paso ligero que uno quisiera retardar, el encuentro con un cuaderno negro con tapas de hule. Entonces no conocía a Pilar Lojendio. Me lo dejaron, no sé ahora quien, para que leyera los versos de una mujer, una niña casi. Tenía un tono profundamente íntimo de confesión, de adolescencia llena de vagas nieblas. Yo no supe, por entonces, por qué me sorprendí tanto al leerlo. Ahora si lo sé. El oficio de escritor mata la sinceridad, se ha dicho en alguna parte, de ahí el valor, desgarradoramente humano, de testimonio, de los diarios escritos a escondidas en horas robadas al sueño. Todas las ilusiones, los sueño -los buenos y malos sueños que dijera un confesor, en no sé qué ocasión, de un colegio de monjas-, todo el misterio del mundo, desvelado, sencillamente, luego, estaban allí, en aquel cuaderno de tapas de hule negro. Yo no sé ahora si Pilar Lojendio por aquel tiempo tenía o no una bella caligrafía, y si escribió sus primeros poemas con tinta azul o negra. Cuando se escribe para ia eternidad, lo que viene a ser cuando se escribe para nadie, como ocupación del tiempo, y en un cuaderno escolar, uno se preocupa, muchísimo de la caligrafía. Quiero decir que las palabras se dibujan más que se escriben y uno no sabe qué admirar más, si el poema o el bello ejercicio escolar. Yo me estoy preguntando si los, muchachos, los que empiezan a escribir ahora sus primeros poemas, lo harán todavía en una libreta escolar y a mano. Yo les confieso que escribo a máquina. De ahí, acaso, la servidumbre a mi tiempo y a sus ideas.

El mundo poético de Pilar Lojendio es un mundo lleno de intimidad. Si no escandalizara un poco, por el mal uso del término, yo diría que es una poesía profunda, desgarradoramente erótica. Ella está en el mundo. Palpita en toda su obra un aliento profundo, revelador de vida. No hay pasado ni futuro. Estamos viviendo y eso es lo que realmente importa. La soledad, tema esencialmente de la poesía de nuestros días, no adquiere nunca en sus poemas la dimensión trascendida de otros poetas. Ella vive y llena de vida cuanto le rodea. Todo está perfectamente ordenado y el hombre cuenta sobre la tierra. Nunca pierde el sentido real de lo inmediato, el estatismo de las cosas que le rodean. Lo que define a la mujer poeta, de una manera un tanto general, es la tremenda, desveladora sinceridad. Cuanto dice está sin veladuras.

No existen los cristales que velan la imagen. Los hechos, los pequeños y grandes hechos que le acontecen diariamente a una mujer, se cuentan sin reservas, desnudos, como recién nacidos. El amor, la realización del amor, no su idealización, en la mujer adquiere su radical dimensión La mujer no intuye la sublimación amorosa. Ella no dirá nunca, "a mí no me importa que tú no me quieras si yo te quiero", la mujer ha de poseer. La sublimación amorosa es más bien obra de ensayistas más o menos agudos. La mujer tiene que substancializar al ser amado y al mundo que le rodea. Sentirlo en su exacta dimensión. De ahí que en la mujer poeta el amor tenga un caudal profundo, generoso, incontenible de impulso vital.

Dar testimonio no solo del tiempo y de los hechos, que acontecen históricamente. Los dos libro de Pilar Lojendio escritos hasta ahora, “La llegada del esposo” (sic), publicado recientemente, y  “Te busco desde la aurora”, inédito aún y que leerá esta noche, son valederos por el testimonio profundo de su intimidad, de su mundo circundante y cotidiano.

SOBRE EL PRIMER SALON DE ARTE EXPERIMENTAL EN LA PRENSA 


PRIMERA EXPOSICIÓN DE ARTE EXPERIMENTAL.
Por Julio Tovar
Acaso lo más importante sea un desvelado vivir. Saber encontrar a cada instante el vehículo preciso e inquietante de la expresión estética y humana. Luchar. Estar en el tiempo en que se vive, sin que nada de lo que acontezca a nuestro alrededor nos .pueda ser indiferente. Testimoniar el diario acontecer. Hacerse, también, un poco revulsivo de un cómodo vivir, romper e incitar las conciencias. Atacar un conformismo inoperante. Comprometerse política y humanamente. Ser artista y hombre. Casi palabras para un manifiesto. Casi, asimismo, palabras para un comportamiento vital.

El grupo "Nuestro Arte", montó, en la sala de exposiciones del Museo Municipal de Bellas Artes, de nuestra ciudad, su primera muestra de arte experimental. No se pretendía con ello escandalizar a nadie. El escándalo, por el hecho tan sólo de ser escándalo, no es propio de hombres responsables. Y, confirmación de lo que decimos es el rigor de estos artistas, su serio quehacer. El logro total o no de la obra, es ya otra cuestión. El escándalo sirve, siempre, a intereses muy particulares. Y el grupo "Nuestro Arte", quiere ser un poco conciencia definitoria de un momento de nuestro pensamiento, nuestra cultura o nuestras artes plásticas. Algo que hace a la gente sentirse incómoda, es que hayan hombres que realizan una labor, en el campo que sea, frente a la desgana o la apatía generales. El que nada hace, a nada se compromete, ha venido en decirse. Es la obra la que nos da al hombre. Y se teme el compromiso que define ya para siempre, en una sociedad cómoda de indefiniciones. Es entonces cuando se descubre el quehacer del otro, cuando gritan. "Ladran los perros, señal es de que cabalgamos", que dijera don Quijote. O que usara, también, en una importante ocasión, un político español.

Se ha pretendido, con ésta primera muestra de arte experimental, o de ensayo, enfrentar, a la conciencia colectiva de nuestra ciudad, las adquisiciones, las exploraciones que se realizan en nuestros días en el campo de las artes. En el acto de apertura, dio una magnífica lección el Dr. don Manuel Parejo Moreno, siempre agudo, siempre lleno de saber, de humano saber, en una apretada prosa rebosante de ideas y conceptos. Descubriendo, en el "pop-art", por ejemplo, el reencuentro del hombre con lo cotidiano. Lo que está frente a él y ha parecido ignorarlo, porque, posiblemente, nunca llegaría a tener "calidad artística de expresión". De ahí que el "pop-art" incorpore al lienzo una nevera, una radio, una ventana, una chaqueta usada, los carteles anunciadores de cien espectáculos, etc., informando, gústenos o no, la realidad vital de un hombre, aprisionándolo también.

En el catálogo de esta exposición, junto a nombres bien conocidos, aparecen otros por primera vez. Los expositores, por orden del catálogo, son les siguientes: Eva Fernández, Manuel Casanova, María Belén Morales, Enrique Lite, Pedro González, Beryl Fox, Víctor Núñez, Celia Ferreiro, Yolanda Martín, Juan Quevedo, Rafael Delgado, Vicky Penfold, Juan Pedro González, Paco Martínez, Manuel Viñate, Reynaldo Morales, Miguel Márquez, Juan José González y Gertrudis F. Bisderlack.

Unos poetas: Pilar Lojendio, Eugenio Padorno, Alberto Pízarro y Fernando García Ramos, presentados por Julio Tovar y Enrique Lite, respectivamente, leyeron, su obra más reciente. Cada uno de ellos dentro de la más diferenciada personalidad. Cada uno de ellos, también, al encuentro del hombre radical de carne y hueso. El libro leído por Pilar Lojendio, "Te busco desde la aurora", muestra la madurez de una mujer poeta. Lo que antes era nada más que insinuación, encuentra en esta obra su radical culminación. La poesía desborda "el sentimiento profundo de intimidad" que hay en todo poema femenino. Citaremos aparte la lectura de Gilberto Alemán, presentado por Pedro González, por la razón sencilla de ser su obra primera. Cuando un hombre se manifiesta en cualquier actividad artística, su incursión en otro terreno del arte que no sea el suyo, incita siempre a la mayor curiosidad y atención. También, es honesto reconocerlo, se te ve con recelo. Gilberto Alemán; escritor, periodista de todos conocido, hizo bien en leer sus poemas. Dignos y entrañables, dentro de una línea muy marcada de la mejor poesía de nuestro tiempo.


Dos obras de teatro fueron presentadas a lo largo de esta exposición experimental. Una de lonesco --leída por Matilde Guadalupe y Omar-, con unas palabras previas de Emilio Sánchez Ortiz, narrador, actor y director apasionado del mejor teatro, y otra de Prevet, dirigida por Francisco Hernández. Francisco Hernández nos dio, en su conferencia del acto de clausura, y antes de la presentación de la obra de Prevet, una visión rápida y sagaz del movimiento último del teatro de vanguardia. Cuando uno ve representada la obra escrita como se hiciera esa choche, con tanta dignidad, el drama adquiere su exacta dimensión. La interpretación de la obra corrió a cargo de Anuska Pérez-Andreu -cada día más firme en sus interpretaciones, cada día más actriz-, Rodríguez Junco --acertado y lleno de matices-, y Eugenio Padorno.

Y nada más. El elogio es válido en tanto en cuanto la amistad no ande por medió. Quien ésto escribe se siente vinculado -cordial y entrañablemente vinculado- a los hombres que forman el grupo "Nuestro Arte". Y sólo ha pretendido hacer constar, dar testimonio, de unos actos que merecieron más atención y gloria. – J. T.


Ver también reseña del acto por Pedro González en la prensa

En la memoria. Julio Tovar


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