En el primer salón de arte experimental de Canarias.
LECTURA POÉTICA DE PILAR LOJENDIO Y PALABRAS DE JULIO TOVAR
Por Pedro GONZÁLEZ
JUEVES, 3 DE  DICIEMBRE   1964

Y, suavemente, leyó su verso de profundo sentido vitalista. Nos invitó, con delicada fuerza, a entrar en su hogar, en lo entrañable de la familia, en la casa. Tal vez, por la puerta más cruda, sin duda, la más antigua, la originaria, de ayer y de hoy, por la puerta desnuda de todo convencionalismo. Pilar Lojendio, canta el sentimiento hondo de sentirse mujer. Y allí, en la gran sala del Museo Municipal, entre cuadros y esculturas experimentales de nuestros pintores más inquietos y escultores más preocupados, Pilar, vestida de negro, collar esmaltado de diseño antiguo y primitivo, en voz baja, susurrante, hermosamente monótona, nos hace entrar en su mundo poético, en la torre magnífica de mujer lúcida e inspirada. El poema estremece el repliegue recóndito que hay en nosotros, porque reconocemos ese estrato que está en lo profundo del hombre, que hay dormido, bajo mucho tiempo, lleno de metafísica y alambicada filosofía, escondido en una ciudad sagrada, remota y solitaria, fantasma siempre vivo, instinto puro y fundamental, limpio, que desde el principio fue distinto al de la bestia.

Julio Tovar habla antes y anticipa algo de todo esto. El conoce al poeta y su obra. Y sabe con certera palabra colocar al espectador en la antesala propicia, en situación, para que el asombro ante el canto de la artista se produzca sin brusquedad. Con lectura suelta, despreocupada, aire distraído, nos lleva al campo coloquial y amigo. Relaja el ambiente, para que la palabra tranquila y exacta de Pilar no busque, no necesite, la retórica, la grandilocuencia, el falso recitar, que, por el contrario,  sea dicho, y oída, como conversación íntima.

Es corto el acto. Nos parece breve al menos. Las hojas de libro inédito de Pilar Lojendio no se oyen pasar, no crujen al doblarse, no hacen el menor ruido, están suaves, usadas. Julio Tovar, riega sobre la mesa sus cuartillas, como si estuviese en el estudio, solo, en pijama, corrigiendo una prueba. Nos dio ganas de acercar la silla, apagar alguna luz y servir una copa de coñac. En esa copa grande, redonda como balón de cristal, y manosearla, lentamente, mientras se va uno por la ensoñación, o, con la palabra del poeta, sumergirse en su mundo. Regresar, por ejemplo, al comienzo, regresar para ver, con Pilar, la lágrima primera, "qué lleva la mujer cuando el mundo nace", y saber por qué "los ojos de los niños no tienen siempre la mirada blanca", y saber, "de verdad, lo que tiene importancia". Un mundo, que está en nosotros, en espera siempre de ser revelado, despierto, por el verso justo. Pilar, graciosamente quieta, lee pausada, dice cómo el hombre mira su garganta, su vientre, cómo la miraba a los ojos, y lo dice sin moverse, sin mirar a nadie, casi para sí, estremecida, para luego, con ternura, manifestar el hallazgo importante de una huella diminuta en su cuerpo, la huella de unos pies diminutos. A veces hay; un grito apagado, profundo, "...sólo tengo una paz", dramáticamente contenido, convertido en magnífica y humilde afirmación. Tiene Pilar la seriedad de la niña que lee un documento importante sin entenderlo. Pero es su poesía. El distanciamiento con el libro que tiene en la mano, que siente dentro, es solemne, respetuoso. Respetuoso hacia el espectador. Quiso exponer su obra, darla a conocer, con honestidad, sin énfasis, sin estridencia pasional. Pensó, sin duda, que en la palabra está todo. Así lo entendimos. Así nos pareció que tenía que ser. No, no fue un espectáculo. Fue algo más real, sin concesiones. De la pared cuelgan mil atisbos distingos de caminos nuevos en la plástica. Muchos, sin continuidad, otros, con una hermosa posibilidad de ruta más larga. Y Pilar leyendo su libro, "Te busco desde la aurora". Pilar, en su camino hondo y abierto, auténtico, por el sendero sentimental suyo, apoyada en el recio báculo de la expresión poética. Y Julio Tovar, intelectual y poeta, desordenado y exacto, explicando el arte, y, sintiéndolo.

Ir a Palabras de Julio Tovar con motivo del recital de Pilar Lojendio en el Museo Municipal

No hay comentarios:

Publicar un comentario