POEMA PARA UN NIÑO DE ESPUMA (INEDITO)
INCLUIDO EN:
INVIERNO DE LA PIEL. Santa Cruz de Tenerife.
Colección Poesía. Gobierno de Canarias (1990)
Luego llegaste tú
cuando nadie te
esperaba,
me habían dicho
que estabas ya muy
lejos
y que habías visto
pocas veces
las estrellas.
¡Cómo sonreiste al
llegar
a mi lado!
¡Y que lejano ese
tiempo!
Hoy tu mirada
son sólo reflejos
del trigo
y tu ancha sonrisa
se perdió en las
nubes.
Sin razón alguna
no volví a
conocerte,
cambiabas de rumbo
detrás de cada
esquina
y tu recuerdo quedó
dormido,
y llovía un agua
clara
azulada de
asombros.
Ya nada era lo
mismo
pero tú seguías
viviendo en la
carne enamorada,
y en los ensueños
tontos.
Yo sé que un día
volverás
y que tendrás
alunadas
las manos
y los pies serán
tristes,
y que la mirada
te la haremos
nosotros
de nuevo.
También sé
que jamás fuiste a
la escuela
y que no
canturreaste
ni tablas ni
oraciones
y que sueñas
detrás de las
montañas
en jugar con otros
niños,
pero...
quizá no volverás
ya nunca
y tu mirada
se habrá perdido
para siempre.
Nada puedo
explicarte,
nada con lo que tú
no hayas soñado.
Yo te acuné ya
entonces
tiernamente,
luego te hiciste
mayor
y jugamos juntos en
el monte
cercano.
Te recuerdo con el
pelo revuelto
y cantando tan alto
que dabas risa,
pero estabas guapo
y me traías agujas
de pino
y mucho sol
en tus piernas
sucias.
Seguramente, más
allá
habrás tenido
amigos,
te habrás dado tú
mismo
en las estrellas
al llegar la noche
y habrás querido
tener
tu propia sonrisa
y tu propio nombre
hecho sonido
en los labios de la
gente,
y habrás querido
ser,
y tener una
semejanza
y un color moreno
descansando en tu
piel.
Viniste
extrañamente
repetido.
Sanamente,
pudiste ser hermoso
como son los demás,
con tu voz crecida
desde dentro
pidiendo el pan
de la mañana.
¡Te amamos tanto!
y tus manos
suprimiéndolo todo
deshojándolo todo
y los ríos
corriendo
con tu nombre a
cuestas,
alejándolo cada vez
más.
Y mis ojos no te
vieron seguir,
solo vieron
inclinarse el
camino
hacía las sombras.
Volverás,
volverás otra vez
de la mano de tu
padre
jugando a la pelota
y yo saldré entre
la hierba fuerte,
donde nadie me vea,
donde mi voz
carezca de importancia,
y tú te mecerás en
mis rodillas.
También tropezaste
y removiste tu
tristeza
entre las piedras,
y pensaste que un
día
podrías alisar mi
falda
con tus manos,
y ver los rebaños
de ovejas
acercarse
lentamente
y los retoños de
las plantas
crecer entre mis
dedos.
¡Qué escasa el agua
que hace florecer
todas las cosas!
Has tardado,
y ya no verás
maduros
los frutos de
aquella temporada
y las vides ya
están secas,
pero tú y yo
plantaremos todo de
nuevo
y justamente
daremos vino a los
demás
y nos calzaremos
las cómodas
sandalias
para partir juntos
a través de la
tierra
y te enseñaré a
descansar
en las desiertas
playas
y te enseñaré a
llorar
sin lágrimas
prestadas.
Pero no te
entristezcas,
son largos los
caminos
pero tu paso es
joven
y es fuerte tu
mirada,
duerme ahora
y descansa en la
locura
de los otros,
duérmete en las
abejas
y en los ríos sin
nombre,
duerme en tu
estatura
sin hacer,
duerme en el regazo
de todas las madres
y fórmate de estrellas
y de nubes,
duerme, descansa
hoy
para venir mañana.
Y no estremezcas
la espuma de tu
cuerpo.
Sí, no olvides
que las almendras
formarán
tu cuna
y acuérdate siempre
de mis rosas,
ya entreviste un
día
la mañana
y había cosas
ciertas,
para ti siempre
habrá una mentira
pero será cierta
entonces,
para ti yo seré...
no sé,
quizá solamente
raíces.
Tú pondrás nombre
a las plazas
y pondrás nombre
al atardecer
y llamarás a las
cosas
y te envolverás en
plumas
de cisne.
Ciertamente
se ha elevado la
luna
demasiado
y nadie sabe
repartir,
pero tú, pequeño
ser de espuma
tú mismo, te
repartirás
y nos darás tu
ciencia enjuta
y limitada.
Primero jugarás,
primero cantarás,
primero olvidarás
que eres la dicha,
luego traerás
marañas de pasión
en tus cabellos
y saldrás a
perseguir lechuzas
por las noches,
y yo siempre
esperaré tu vuelta
y con la unidad de
la tierra
tan cerca
que termina
olvidándome de ti.
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