POEMA PARA UN NIÑO DE ESPUMA (INEDITO)
INCLUIDO EN:

INVIERNO DE LA PIEL. Santa Cruz de Tenerife.
Colección Poesía. Gobierno de Canarias (1990)
Edicion antológica con selección y estudio de Sebastián de la Nuez

























Luego llegaste tú
cuando nadie te esperaba,
me habían dicho
que estabas ya muy lejos
y que habías visto pocas veces
las estrellas.
¡Cómo sonreiste al llegar
a mi lado!
¡Y que lejano ese tiempo!

Hoy tu mirada
son sólo reflejos del trigo
y tu ancha sonrisa
se perdió en las nubes.
Sin razón alguna
no volví a conocerte,
cambiabas de rumbo
detrás de cada esquina
y tu recuerdo quedó dormido,
y llovía un agua clara
azulada de asombros.

Ya nada era lo mismo
pero tú seguías
viviendo en la carne enamorada,
y en los ensueños tontos.
Yo sé que un día volverás
y que tendrás alunadas
las manos
y los pies serán tristes,
y que la mirada
te la haremos nosotros
de nuevo.

También sé
que jamás fuiste a la escuela
y que no canturreaste
ni tablas ni oraciones
y que sueñas
detrás de las montañas
en jugar con otros niños,
pero...
quizá no volverás
ya nunca
y tu mirada
se habrá perdido
para siempre.

Nada puedo explicarte,
nada con lo que tú
no hayas soñado.
Yo te acuné ya entonces
tiernamente,
luego te hiciste mayor
y jugamos juntos en el monte
cercano.

Te recuerdo con el pelo revuelto
y cantando tan alto
que dabas risa,
pero estabas guapo
y me traías agujas de pino
y mucho sol
en tus piernas sucias.

Seguramente, más allá
habrás tenido amigos,
te habrás dado tú mismo
en las estrellas
al llegar la noche
y habrás querido tener
tu propia sonrisa
y tu propio nombre
hecho sonido
en los labios de la gente,
y habrás querido ser,
y tener una semejanza
y un color moreno
descansando en tu piel.

Viniste
extrañamente repetido.
Sanamente,
pudiste ser hermoso
como son los demás,
con tu voz crecida desde dentro
pidiendo el pan
de la mañana.

¡Te amamos tanto!
y tus manos suprimiéndolo todo
deshojándolo todo
y los ríos corriendo
con tu nombre a cuestas,
alejándolo cada vez más.
Y mis ojos no te vieron seguir,
solo vieron
inclinarse el camino
hacía las sombras.

Volverás,
volverás otra vez
de la mano de tu padre
jugando a la pelota
y yo saldré entre la hierba fuerte,
donde nadie me vea,
donde mi voz carezca de importancia,
y tú te mecerás en mis rodillas.

También tropezaste
y removiste tu tristeza
entre las piedras,
y pensaste que un día
podrías alisar mi falda
con tus manos,
y ver los rebaños de ovejas
acercarse lentamente
y los retoños de las plantas
crecer entre mis dedos.
¡Qué escasa el agua
que hace florecer todas las cosas!

Has tardado,
y ya no verás maduros
los frutos de aquella temporada
y las vides ya están secas,
pero tú y yo
plantaremos todo de nuevo
y justamente
daremos vino a los demás
y nos calzaremos
las cómodas sandalias
para partir juntos
a través de la tierra
y te enseñaré a descansar
en las desiertas playas
y te enseñaré a llorar
sin lágrimas prestadas.

Pero no te entristezcas,
son largos los caminos
pero tu paso es joven
y es fuerte tu mirada,
duerme ahora
y descansa en la locura
de los otros,
duérmete en las abejas
y en los ríos sin nombre,
duerme en tu estatura
sin hacer,
duerme en el regazo
de todas las madres
y fórmate de estrellas
y de nubes,
duerme, descansa hoy
para venir mañana.
Y no estremezcas
la espuma de tu cuerpo.
Sí, no olvides
que las almendras formarán
tu cuna
y acuérdate siempre de mis rosas,
ya entreviste un día
la mañana
y había cosas ciertas,
para ti siempre habrá una mentira
pero será cierta entonces,
para ti yo seré...
no sé,
quizá solamente raíces.

Tú pondrás nombre
a las plazas
y pondrás nombre
al atardecer
y llamarás a las cosas
y te envolverás en plumas
de cisne.
Ciertamente
se ha elevado la luna
demasiado
y nadie sabe repartir,
pero tú, pequeño ser de espuma
tú mismo, te repartirás
y nos darás tu ciencia enjuta
y limitada.

Primero jugarás,
primero cantarás,
primero olvidarás
que eres la dicha,
luego traerás marañas de pasión
en tus cabellos
y saldrás a perseguir lechuzas
por las noches,
y yo siempre esperaré tu vuelta
y con la unidad de la tierra
tan cerca
que termina olvidándome de ti.

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