LA GENTE QUE ESCRIBE DE FRENTE
PILAR LOJENDIO, O LA VOZ MONOTONAMENTE VIVA
EL DÍA, miércoles, 18 de julio de 1973

·         “No entiendo por qué no hay mujeres que escriban. Tampoco sé si los hombres son más valientes, que las mujeres no se atreven, o que no tienen nada que decir”
·         “Me he asombrado de que digan que "almas de piedra" es un libro frío, cuando es un libro de lágrimas”
·         “El sexo no tiene por qué notarse en la poesía escrita por un hombre y la escrita por una mujer”

Pilar Lojendio es una buena anfitriona. Nos recibe cordial en una pequeña sala donde observamos, con curiosidad y asombro, huesos de animales que colecciona. Hay libros y discos en la estantería. Pilar nos refiere que le gustan lo« espirituales negros y las voces de dos grandes mujeres en el género, Mahalia Jackson y Rosetta Tharpe. Casada con un marino y madre de cinco hijos, apunta que el flamenco la subleva, que le gusta aunque no lo entienda como su marido, pese a su nacimiento en Madrid.
Porque Pilar Lojendio es tinerfeña de pura cepa, nacida en Santa Cruz de Tenerife un 23 de mayo de 1931. Anotamos su fecha de nacimiento sin rubor. Nos dice que, a diferencia de otras mujeres, no le importa que se sepa la edad, al contrario –añade-- lo que me gustaría es no morirme. Porque lo demás, no tiene importancia. Ni incluso los signos zodiacales a los que son tan aficionadas las damas.
-Un hobby extraño: su coleccción de huesos.
-El coleccionar huesos me surgió de repente. No lo encuentro nada macabro, como pudiera parecer a mucha gente. Me gustan, simplemente, como otra cosa cualquiera. Desde luego, que no es muy frecuente este tipo de hobby, pero para mí tiene una atracción enorme. Desde siempre me han gustado las naturalezas muertas, por ejemplo una rama seca es para mí más hermosa que las que venden en floristerías. Estos huesos que ves me sumergen en un mundo distinto, quizá porque conducen a tu primitivo comienzo. No están muertos, sino que por el contrario, están vivos, aunque esto sea difícil de entender. Por lo común se considera que los huesos, como las ramas secas no tienen razón de ser, que han pasado a la pura destrucción por la muerte. Pienso que por lo mismo que te he dicho anteriormente, la muerte es vida y que por igual razón, la naturaleza llamada muerte, tiene vida. Estas colecciones de huesos que los amigos me han ¡do regalando poco a poco, me acompañan, lejos de producirme oirá sensación, Y me gusta sobremanera el gato, porque es un animal que no espera nada a cambio. Tengo una calavera de gato que no me gusta, porque me la regalaron barnizada y por tanto, no es natural.
Pilar Lojendio habla con vehemencia, en una voz, como diría en cierta ocasión Pedro González, bellamente monótona.
-Mis comienzos se remontan a la época de colegio. Por entonces, tenía unos quince años, escribía cuentos. Pero el paso del cuento a la poesía no sé cómo ocurrió ni en qué momento, Me vi escribiendo poesía sin proponérmelo. Tenía dieciocho años, cuando se interesó vivamente por !o que escribía, una amiga mía, Áltagracia de Lorenzo-Cáceres, a la que cariñosamente llamábamos Altita. Pensó que aquellos poemas tenían un relativo valor, así que me los pidió para leerlos, entregándoselos después a Andrés Pérez Faraudo, y ésta a su vez se los enseñó a Julio Tovar. No se me había ocurrido mostrar mis poemas a estos señores, a los que sin embargo conocía. Por entonces comenzaba la página de «Gaceta Semanal de las Artes», que publicaba el vespertino «La Tarde». Ahí, con mucho cariño, me publicaron las primeras cosas y me animaron mucho, Domingo Pérez Minik, Eduardo Weterdahl, entre otros, amén de Julio Tovar. Comencé a frecuentar por esa época una tertulia que se hacía en «La Gaditana» antigua a la que iban los poetas y escritores del momento, como Emeterio Gutiérrez Albelo quien me brindó las páginas de la revista «Gánigo» publicándose en dos páginas completas mis poemas sueltos. Asistía también a aquella tertulia Pedro García Cabrera que me animaba para que todos los días llevara algo para leer. Recuerdo que solía enfadarse cuando olvidaba en casa los poemas.
-Un primer libro de poesía: «Ha llegado el esposo».
-Cuando escribí este libro ya me había casado. Se publicó en 1964 en «Gaceta Semanal las Artes». Yo no tenía ídea de lo que era publicar un libro, es más, ni se me había pasado por la imaginación. Fue Julio Tovar quien me animó a hacerlo y me ayudo a corregir las pruebas, por lo que anteriormente he dicho. En el libro se publicó lo que yo quise, es decir, que no hubo ocasión alguna por parte de este poeta y buen amigo. Su publicación supuso para mí, indudablemente un estímulo.
-En 1969 Pilar Lojendio es galardonada con el premio de Poesía «Julio Tovar» ¿qué evolución hay de uno a otro libro?
-En cuanto a la forma, encuentro una ruptura total con e! libro anterior. Sin querer, noto que antes era mucho más directa de lo que soy ahora. No sé si ello es o no un acierto. En cuanto al fondo, lógicamente la temática, la visión de las cosas, van variando de acuerdo con el tiempo y la propia madurez no sólo de la persona, sino también del escritor. Para mí es un libro tan claro como la palma de la mano, pese a que me han dicho que es un libro que no se entiende. Si lo leo a sangre fría, quizá me pongo de parte de esos juicios.
-«Almas de Piedra», su título nos predispone a pensar en un contenido de frialdad implacable.
-Al contrario. El vocablo almas, en plural, significa vida para mí, y el vocablo piedra, también significa vida. En la piedra, como en los huesos que colecciono, o en las ramas secas, hay vida. Me doy perfecta cuenta de que esto que digo no lo entienda una gran mayoría de lectores, pero al igual que la lectura de mi libro, para mí son conceptos claros. Por lo tanto, «Almas de piedra» no es un libro frío ni mucho menos, porque es un libro escrito con amor, con lágrimas. No puedo desligarme de su temática, es decir de la preocupación por el hombre, de su metafísica, de su trascendencia, en definitiva, de la vida y la muerte. No hay otra temática.
-¿Cómo escribe Pilar Lojendio un libro?
-En mi caso, no llevo un plan preconcebido. Eso sí, me trazo una idea a desarrollar una vez que ésta ha surgido, y salen los poemas. «Almas de piedra», es un libro que escribí de esta forma, de un tirón, poema a poema, sin poder detenerme.
-Próximo a la publicación del premio «Julio Tovar 1969», se publicó el libro «Tres Poetas».
-Efectivamente, “Tres poetas” fue un libro que apareció en el mismo año que «Almas de piedra». Fue publicado por la Caja de Ahorros y fue una recopilación de poemas que leímos en la exposición de Jesús Ortíz, Rafael Arozarena y Fernando García Ramos.
-¿Tienes   obra   inédita?
-De uno de ellos no se puede decir que sea inédito del todo, porque se presentó en noviembre de 1964 en el Museo Municipal. Hizo la presentación Julio Tovar, y el libro en cuestión lo titulé «Te busco desde la aurora». Claro que, a estas alturas no tengo intención ni interés en publicarlo. Los otros dos son, «Nuestras propias muertes», y “El tiempo en el hombre”, que si alguna vez me decido a publícanos serán un sólo libro porque albergan la misma temática.
-¿Podemos hablar con toda categoría de poesía femenina?
-A mucha gente le suena mal el término poeta aplicado a una mujer. Otros prefieren utilizar el de poetisa, pero a mí me da lo mismo, ni me suena mal el uno, ni me suena mal el otro. Pienso que el hombre y la mujer tienen una sensibilidad propia, pero no obstante, !a poesía hay que considerarla siempre en abstracto. Puedo ponerte el ejemplo de ¡a medicina, ¿difiere una operación de apendicitis, por ejemplo, hecha por un médico en masculino, a la hecha por un médico en femenino? Aunque no es el caso, viene a ser !o mismo. El sexo no tiene por qué notarse en la poesía escrita por dos sexos biológicamente diferentes.
-Existe el concepto para mucha gente, de que escribir poesía es un hobby más.
-No para mí. Yo nunca escribo por divertirme, no, no es divertido escribir poesía. Es un compromiso con uno mismo y ello no es para tomarlo como distracción.
-No conocemos nombres femeninos de poetas en nuestra literatura local, e incluso, entendiéndonos a la provincia, sobran nombres con los cinco dedos de la mano ¿qué ocurre?
-En Canarias hay una floración grande de poetas, partiendo de que no hay mujeres que escriban. No lo entiendo. No sé si los hombres son más valientes, o por el contrario, las mujeres no se atreven, o simplemente, porque no tienen nada que decir.
-La piedra de toque es la siempre búsqueda de influencias de otros autores ¿las tiene Pilar Lojendio?
-Mis lecturas han sido locas, quiero decir, sin orden. No he tenido predilecciones por un autor o por otro. A lo mejor, sin yo saberlo, tengo influencias de alguien. No lo sé.
Santa Cruz de Tenerife cuenta con una mujer que es poeta. O poetisa, da lo mismo. El nombre de Pilar Lojendio lo tenemos que escribir con letras grandes en los anales da nuestro quehacer literario insular, como algo importante. Una mujer para quien la poesía no constituye la «posse» del hobby fácil del que no pocos escritores alardean. En Pilar Lojendio no existe la mínima huella de afectación literaria y humana. Su poesía, como ella misma nos ha dicho, es una entrega, clara y llana como la palma de su mano. Aunque los demás quedemos sólo en sus umbrales.
Y aquí, en esta pequeña sala llena de libros, de huesos, de las voces que escapan de dos gargantas preferentemente femeninas, ponemos punto final. La cordialidad de nuestra anfitriona quedará atrás y todo habrá sido el encuentro con una mujer que desconoce otros caminos que no sean los caminos del hombre llevado a sus versos.
Aleyda YGLES1AS


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