PILAR LOJENDIO O LA PASIÓN
DE CREAR Y DE VIVIR
Sebastián de la Nuez
Prologo a “Invierno de la
Piel”
"¿Qué hago yo aquí
antorcha alucinante?"
MIGUEL LABORDETA
Sebastián de la Nuez |
Pilar Lojendio empezó a
escribir muy tempranamente, y aunque su obra no fue muy copiosa, para ella era
una necesidad expresarse poéticamente, pero no tenía ninguna prisa por
publicar; sin embargo, sus primeras obras comenzaron con muy buen pie,
obteniendo pronto el prestigioso premio Julio Tovar, instituido por Nuestro
Arte, por su poemario Almas de piedra en 1969. Después de la publicación de
este libro permaneció en silencio hasta 1984, que editó La lengua del gallo,
sin embargo, ella no había cesado de crear poesía, dejando al menos seis obras
preparadas para su publicación, y bastantes poemas sueltos. Hacia el final, en
la vida de Pilar se. hizo realidad un verso de Miguel Labordeta, con el cual
guarda interesantes correlaciones expresivas e ideológicas, quien dice:
"el individuo, en abandono, se dirige al suicidio". El abandono
literario, el de ella y el de la crítica duró largos años, pero el abandono del
amor duró sólo unos meses. Sin poesía se podía vivir muriendo, pero sin amor
no. Por eso lo abandonó todo finalmente. El destino de esta poeta fue crear y
vivir: crear nuevos seres nacidos de un apasionado amor, y poemas nacidos del
coraje de vivir.
En la revista
"Poetical World" (USA) ha dicho Labordeta que "hemos de
demostrar a los demás que la leyenda del poeta irrisorio es absolutamente
falsa; que el poeta puede hacer más o menos lo que todo el mundo (morirse,
viajar en los trenes de lujo, ganarse la vida honradamente, saludar con toda
dignidad a las señoras...) sin que por eso deje de sentir en sus adecuadas
soledades, el vértigo de las edades, la injusticia del mundo en su corazón y la
llamarada infinita de lo inexplicable". La actitud vital y la más
significativa creación de Pilar Lojendio obedecen a este mismo esquema, a esta
"indeclinable naturaleza mental", como apunta Pérez Mínik, cuando
comenta Almas de piedra, en cuya obra podemos encontrar versos como los
siguientes:
No te anunciarán las
sementeras
vivirás y vivirás roto en
soledad
como un rompecabezas
recompuesto
en el ciclo de las lágrimas
de un ojo al otro entre
dos tierras.
A la obra de Pilar, desde
el punto de vista de la expresión, se le puede aplicar perfectamente aquello de
que "el estilo es el hombre mismo" (Buffon). Parece como si en cada
morfema o sintagma, o en cada verso o cada imagen, en cada poema intentara
expresarse ella misma, o una perspectiva de sí misma. Desde la primera estrofa
de Ha llegado el esposo dice:
Te ha llegado algo nuevo
algo que esperabas hace
tiempo
y ahora te encuentras
extraña,
y vives como si no fueras tú.
Hasta sus últimos
poemarios (aunque el orden que establecemos es provisional, ya que no conocemos
la fecha exacta de sus composiciones inéditas) en Pilar podemos establecer,
como hipótesis de trabajo "la existencia en el lenguaje de todos los
poetas de un algo invariable" (Cohén) que se mantiene a través de todas
las variaciones individuales: así en un largo poema inédito, titulado Te busco desde la aurora nos parece por la forma y por el tema, semejante al
fragmento poético que copiamos más arriba:
Asómate al sendero
y fortalece tus pies.
Hoy no es igual la luz
y yo digo que hoy
puede ser igual que
siempre
para cambiar los cantos
y los ruidos,
yo te digo que hoy no es
cualquier día.
Por otra parte, Roland
Barthes dice que el método de estudio debe ser "sincrónico", es
decir, que coincida con un estado del sistema, con una sección de la historia .
En el caso de la poesía de Pilar Lojendio, ahora con el conocimiento de la totalidad
de su obra, nos encontramos con una visión original de su tiempo, la generación
que transcurre entre los años cincuenta y los setenta, y sobre todo de su
propia vida, como pudiera hacerla Rosalía de Castro o Juana Ibárburi dentro de
un orbe hispano, o como Fernanda Siliuto ó Victorina Bridoux dentro del
reducido ámbito de la poesía canaria, añadiendo la temática de los problemas
sociales y existenciales de la época en que inició su andadura poética.
Cuando Pilar nos dice que
a partir de Almas de piedra había cambiado totalmente, liberándose de la
puntuación de sus poemas, era también porque se enriquecía su expresión,
aumentando la utilización de las figuras lingüísticas a nivel semántico (los
epítetos, la determinación más o menos impertinentes) y las figuras literarias
a nivel metafórico o simbólico. Así por ejemplo en la obra citada dice:
"Como la voz se acerca redonda" (epíteto) o "casi espera la
página siguiente" (adjetivo determinativo aparentemente pertinente). Pero
todavía dentro del nivel semántico tenemos la coordinación "que desborda
el campo de la palabra" pues abarca "la sucesión coordinada de frase
a la que se llama discurso". Y ya sabemos que la coordinación es uno de
los rasgos estilísticos propios de la poesía después del simbolismo, la poesía
pura y el surrealismo entre los que se encuentra Pilar Lojendio comprendida de
lleno. Nuestra poeta utiliza la coordinación con frecuencia, de verso a verso,,
de frase a frase y casi nunca guarda una coherencia lógica congruente, que en
realidad son metáforas o imágenes yuxtapuestas. Veamos, a modo de ejemplo, unos
versos de Almas de piedra:
Como recomienza la noche
su principio
como recomienza sin acabar
las luces
contaminando tu ser de
toda belleza
tu ser entero duramente en
plenitud
en la facultad del no ser
comenzado
en la caricia de la
lealtad completa
en la supremacía llena de
vaticinios.
El sentido trágico del
eterno devenir de la noche y el día parece ser la interpretación más adecuada a
este discurso de coordinaciones incoherentes. Pilar Lojendio pone en práctica,
en sus poemas, la común idea, enunciada por Cohen como principio de la
predicación que "cada cual se sirve del lenguaje para expresar su
pensamiento personal del momento, lo cual implica la libertad de palabra".
Como enunciado absurdo y libre podemos dar cualquier muestra como ocurre en los
siguientes versos:
Tu caballo nos devorará un
día
nos devorará en la puerta
sin voz
Si a este enunciado se
juzga desprovisto de sentido, "hay que privar a la herramienta lógica de
la posibilidad de continuar, so pena de desacreditarla". Para esto, según
el mismo teórico, "cuando se hace uso de ellos se habrá de precisar en qué
mundo del discurso nos instalamos, en el de los animales, en el de los números,
en el de los astros, asignar a cualquier variable que se asocie a una función
determinada cierto al cauce de significación más amplio que su alcance de
verdad". En este caso parece que debemos asociarlo al mundo animal y al
parecer al de la mitología greco-latina (el mito de los caballos de Diomedes
que devoraron a su dueño por la venganza de Heracles). Pero además, en este
caso tenemos el propio testimonio de la poeta quien dice, comentando el símbolo
del caballo del poemario inédito Los romeros de la noche, que éste
"personifica la fuerza, el poder ser o vivir en otras formas naturales y
también para lo que has sido programado en la vida con la inmensa tragedia de
no poder cambiarlo". Así, si tenemos en cuenta el posible significado de
la metáfora "puerta sin luz" (como silencio cerrado) sería equivalente
a la tendencia hacia lo trágico, el sometimiento a un implacable destino de
devorador de hombres, que es el tiempo (Cronos) camino hacia la muerte
inevitable. Extraídos del mundo mitológico o clásico, Pilar Lojendio construye
algunas de sus imágenes o símbolos como las alusiones que se hacen en algunos
poemas de Ha llegado el esposo.
Pilar
Lojendio hacia 1958
Foto: Laureano
Mariz
|
Tú bebías con rabia tu
destino en sombras
y pedías un sentido de tu
vida,
un sentido para ti, para
un cisne blanco
para tu alma libre de
paloma libre.
La tendencia o la técnica
del lenguaje poético surrealista está repartida por casi toda la obra de Pilar
Lojendio. Así lo encontramos ya en el citado poemario Ha llegado el esposo y en
el largo poema inédito Te busco desde la aurora; pero donde se encuentran más
las tendencias de esa escuela es en Almas de piedra, en los inéditos Poemas de
amor, en el también inédito Los romeros de la noche y, finalmente, en algunos
poemas sueltos como "El gran espejo" o "El aire y el
hombre" de la publicación Tres poetas, y en otros inéditos. Sabido es que
en el manifiesto de 1924 del surrealismo se dice que éste se produce por "el
automatismo psíquico mediante el cual nos proponemos expresar, bien verbalmente
bien por escrito, o de cualquier otra manera, el funcionamiento real del
pensamiento. Dictado el pensamiento sin que la razón intervenga en él y fuera
de toda preocupación estética o moral". Aunque Pilar sigue en parte este
postulado, no se puede decir que su poesía sea el resultado de una escritura
automática, y que no está exenta de preocupación moral, pues el caso es que en
esta poeta el subconsciente y la conciencia están comunicados por sutiles hilos
conductores que remite al poema a un mundo muy personal y humano.
Efectivamente, Marcel
Raymon dice que esa situación "sólo se produce en condiciones favorables,
en que el sujeto debe abstenerse de toda realidad ambiente (cosa que rara vez
ocurre con la poesía de Pilar Lojendio, que vive en un continuo trasvase entre
el mundo interior y el exterior)... Pero es que además sería un error reducir
todos los modos de expresión del surrealismo al procedimiento de la escritura
automática y considerar únicamente como "auténticos" los textos
escritos al dictado y sin ningún control". "No hemos pretendido
—confesaba André Bretón— dar el menor texto surrealista como un ejemplo
perfecto de automatismo verbal" y acaba diciendo que "en el mejor de
los no dirigidos" generalmente subsiste un mínimo de dirección en el
sentido de la disposición del poema". Y esto es exactamente hasta donde
llegó el surrealismo de Pilar Lojendio, capaz de expresar los símbolos de su
propia poesía como el siguiente poema inédito, que según su autora, se refiere
a la muerte de un joven, donde se quiere expresar el amor y la pena que siente
por su desaparición:
Te llevaron los romeros de
la noche
un otoño con castañuelas
ángel duro ángel arcángel
pollito sin hacer
te llevaron de la noche
los romeros
toca las castañuelas Adán
de las fiestas
carcomido de siluetas de
antaño
pretendes dormir
ser arcángel de hierro con
la estatua
ser el biombo de las
cosas.
Desde Ha llegado el esposo
(1964) hasta La lengua del gallo (1984) transcurren 20 años, durante los cuales
se produce casi toda la obra poética de Pilar Lojendio. Al reunir sus obras
conocidas, nos encontramos, además de Almas de piedra (1970), 6 poemarios
completos, aparte de unos 14 poemas sueltos. Vemos sin embargo una normal
evolución y una reconversión interna y externa entre las diversas obras. Si Ha
llegado el esposo lo tiene ella misma como "un libro íntimista con poemas
de amor, poemas a los hijos... con un entorno total de vida familiar"
donde nos encontramos con atisbos surrealistas (como "aquella serpiente...
la que se te enroscaba en los pies" o "las crines de un
caballo") tenemos su correlato en el libro inédito Te busco desde la
aurora, donde el amor y la búsqueda del esposo o del hombre, le conducen a la
angustia de la existencia con su proyección social y a la naturaleza, ideas
expresadas, sencilla y directamente en la secuencia 17 de este largo poema:
Y nos gustaría la tierra
la que está debajo, más
abajo
de donde nace el trigo
y cogeríamos las uvas de
la parra
para apagar la sed de
nuestros hijos
y la sed de los hijos de
nadie
y plantamos amor de nuevo
la semilla
y llenaríamos de árboles
el mundo.
Todo renace con la llegada
del varón a la casa vacía sin él, y con él toda esperanza vuelve, "nace el
trigo, las uvas de la parra, los hijos; se plantará otra vez la
semilla...". He aquí como se expresa ahora con sencillez y pasión, con
dolor y alegría, madurada después de su primer poema:
Llegas hoy deprisa
como siempre
con las manos hondas
llenas de trabajo,
llenas con olor de siempre
a mar y a rutina
de días interminables
a la casa entera libre de
ti
se llena calurosamente
con tu presencia.
Abre tu voz a la llama,
hoy
y tu oído a la simiente
que crece.
Ya se habrá observado, que
a partir de Almas de piedra, la obra de Pilar Lojendio no sólo cambia a una
forma de mayor libertad, sino que se enriquece con las imágenes, los símbolos y
su fondo ideológico, humano y social, y ella misma dice que "en este libro
los personajes que lo constituyen son muy reales: Dios, el hombre y el poeta,
pero totalmente mezclados, contestan y piensan indistintamente". De los
poemas de Tres poetas dice que "la línea es muy parecida, pero quizá estén
confusos los tres personajes". Así en el poema "La rama del
árbol", partiendo de unos versos de Dámaso Alonso: "el árbol del
espacio/. Duerme el hombre", Pilar se dirige al dios-hombre, en una
especie de mono-diálogo, en que el poeta está implícito:
Al final todo volverá
sobre ti
sobre tus siglos de tierra
amanecida
para formar los cuerpos
con las manos
y llenarse de barro
fatalmente
como entonces todo estará
lleno de horas
de minutos de días enteros
para el descanso
de miradas satisfechas de
conclusiones
de oídos ante los altares
pobres de la infancia
todo lo pequeño cabrá y lo
grande
para derrumbarse luego
nosotros recogemos la
pesadez del tiempo.
Aquí, como vemos está
presente la creación divina del hombre, y el descanso del dios, los ritos y los
sacrificios posteriores de las sociedades primitivas, y finalmente la memoria
en el canto del poeta...
El poema inédito Poemas
del ser, aunque su lenguaje es más directo, está también dentro de la línea de
los anteriores, aunque a nuestro juicio, a partir del sacrificio del altar de
un dios imposible, se hace más hincapié en la angustia existencial, dándole una
visión más profunda y más amplia a su poesía e incorporando la historia moderna
con sus dramas y sus problemas sociales. Para ella el hombre es partícula
viviente y el poeta "libélula/ caminante y extraña", que dice la tremenda
realidad:
Te deshaces lentamente
en tu pequeño cosmos
habitable
te desintegras en soledad
sin ninguna conjunción
posible
eterno hombre caprichoso
con eterna ansia de ser
Aparte mencionamos la
amplia composición inédita que titula Poema para un niño de espuma,
elegía a un hijo desaparecido que conmueve por la ternura y la delicada
expresión de sus más íntimos sentimientos, pero sin sentimentalismos:
Sin razón alguna
no volví a conocerte,
cambiabas de rumbo
detrás de cada esquina
y tu recuerdo quedó
dormido,
y llovía un agua clara
azulada de asombros.
Reúne Pilar unos Poemas de
amor donde la pasión amorosa se hace universal, se funde con la tierra y con la
muerte, expresada con símbolo surreal que logra en algunos momentos, una gran
intensidad imaginativa, como en esta estrofa
Sí ya sé que la pasión lo
puede todo
hasta el hastío reversible
de las cosas
y que la sociedad no tiene
nombre
es como un río
inconsecuente sin sonido
es como un río no nacido
aún
en la espesura misma del
monte
para llevarnos igual en su
corriente.
Ya hemos mencionado el
interesante poemario Los romeros de la noche que está dedicado, según su
autora, a un muchacho que "murió joven", "lo que pudo haber
hecho o lo que hizo pensando que hubiera llegado a mayor". Logra con estos
poemas, como ella misma dice, expresar "todas las tragedias de la vida
condensadas en tiempo, en viento, en naturaleza, en miserias y alegrías"
utilizando un lenguaje como en los mejores libros anteriores, entre lo
simbólico y lo surreal. Así, además del poema de "los romeros de la
noche", citado más arriba, podemos ver éste bajo el símbolo del caballo,
frecuentemente usado por la poeta:
Pasada la noche
se pusieron de puntillas
los caballos
y volaron las plumas
y batían las escamas
volaba la noche de cobijas
y de escamas
de cobijas se llenó la
noche
de plumón de pecho
estremecido
gota a gota la luz sin
estallar
rozaba los cascos de la
furia
Como ella también nos dice
el caballo "personifica la fuerza, el poder ser o vivir en otras formas
naturales y también para lo que ha sido programado en la vida con la inmensa
tragedia de no poder cambiarla"; es pues, además de un símbolo de valor
múltiple, un símbolo visionario que nos remite al destino trágico de la muerte
de un joven, dándole una dimensión universal.
Según confesión, también
de la autora, este poemario "tiene los elementos, el mismo valor que en La
lengua del gallo (1984), del que ella dice "el gallo (es decir, el hombre)
está de la primera página a la última", y añade "estás tú (el
entrevistador), está el poeta (o sea ella misma) y está todo lo importante que
rodea la vida del hombre, social, religioso, familiar, con un personaje que aunque
parezca ficticio, no es tan ficticio, quizá sea un poco simbólico, pero no
tiene nada que ver con el erotismo que representa el gallo". Toda esta
confrontación de Pilar Lojendio es un tanto contradictoria: por un lado esta
obra representa al hombre en todas sus facetas y por otro lo despoja de sus
atributos eróticos, que representa uno de los símbolos preferentes de la
autora. Veamos como, al fin, se trata de la búsqueda angustiada del hombre, la
búsqueda del ser, la búsqueda del poeta a través de sus símbolos, que recuerda
a los ya comentados Poemas del ser, donde abundan las formulaciones
contradictorias:
La paloma de sueños
ser paloma sin vuelo de
paloma
con brazos de armonía
ser saliva de gallo en
esta cueva
ser orilla de pez
estallido de buey
manejar humedades rosadas
redondeles de color,
ser rabia contenida de esa
mano
ser el fruto de esta vida
que nos muere
ser la luz que nos da
muestra leyendo
ser el gallo ser el pez
ser el buey
ser paloma ser el gallo
ser el gallo ser el gallo
En este poema acaso se
resumen todos los símbolos del poemario y de otros poemarios anteriores como
Almas de piedra, Poemas del ser, Te busco desde la aurora y Los romeros de la
noche. Los sintagmas: "la paloma de sueños" (metáfora de la poeta),
"ser orilla de pez" y "estallido de luz" representan el
ataque sexual que justifican "la existencia de la fuerza impetuosa,
quedándose, finalmente, entre la ternura y la fuerza de la palabra y el gallo,
para rectificar en seguida la intención y el sentido: "ser el gallo ser el
gallo",
Finalmente, tenemos una
obra inédita, El altar del herrero, escrita, al parecer, ocho años antes que La
lengua del gallo, sobre el tema de Caín y Abel. Según la poeta este libro se
diferencia poco de los anteriores "en cuanto al entorno", aunque le
parece un libro más maduro. El altar del herrero representa el origen del
hombre, del hombre errante, que tiene su punto de partida en la ciudad de Nord
(la Biblia) y siguiendo su técnica del personaje múltiple, que aquí son Adán
(el hombre), Caín y Abel, que representan la fuerza del guerrero y la
transhumancia del pastor, junto a Dalila (la mujer coqueta), personajes que le
sirven a Pilar para presentarnos toda una concepción moral del drama del hombre
sobre la tierra, que recuerda la idea unamuniana del cainismo, de su inevitable
destino que Dios mismo le ha designado:
Llevar la marca de los
siglos
perpetuando tu estirpe a
tus maneras
llevar en la arena de tus
pies
todo el odio de la sangre
derramada
has herido al otro para
hacerte daño
por imperativos de tu
propia sangre impuesta
y yo tu hermano soy
culpable
culpable de tu vida y de
tu muerte
culpable de tu vida y tu
desdicha
y si puedes luchar Caín
lucha conmigo
que la sangre derramada es
la de todos
y que la marca que llevas
es la mía.
Como se ve nos encontramos
otra vez con su concepción del mundo, con la multiplicidad de los seres que
hemos visto en los mejores poemas anteriores: el hombre, el poeta y Dios, donde
el amor-odio, el inocente-culpable y la vida-muerte, se entrelazan en el espíritu
y en el corazón del poeta.
Hay, pues, una marcada y
notable evolución en la poesía de Pilar Lojendio, que partiendo de un sentido
amoroso y dramático de la existencia se va pasando desde el yo al tú, desde la
familia y los hijos a la sociedad y a todos los hombres, a medida que se pasa
de la imagen y el símbolo de lo real al símbolo de lo surreal, sin abandonar
por ello los primeros sentimientos de su mundo poético.
Encontramos, finalmente,
como empezamos, en Miguel Labordeta una definición de la poesía que sirve muy
bien para definir la poesía de Pilar Lojendio, no tan distante en el tiempo, e
igualmente marginada en historias, estudios y antologías literarias, que dice:
"poesía es reconocimiento". "Camino del corazón-mente en su vuelo
nocturno de amor y de ira sobre las aguas profundas del ser
incomprensible". Ejemplos para corroborar este paralelo los podemos
encontrar desde Almas de piedra a El altar del herrero. De éste nos basta
extraer una estrofa:
Airados miramos hacia el
cielo
sin comprender jamás
nuestra condena
a ti yo te maldigo hermano
por ser mal hijo del padre
para derramar tu sangre a
nuestros pies.
Pero Labordeta no sólo
intenta definir la poesía, sino señalar la misión del poeta, por eso antes de
retirarse a la soledad meditativa escribió: "por encima de los desastres,
el poeta debe ser el eterno vigía de la esperanza humana, el insobornable
portavoz de la humanidad en su alegría creadora, el centinela de un patético
destino". Por eso Pilar dirá en un poema de amor:
Y el amor es la esperanza
de nuestro pan partido
repartido ya como la
especie
y el vino es para nosotros
la sangre rota y desgajada
del destino.
Pilar y Labordeta ante la
indiferencia de la crítica por su obra, decían: "necesitamos una poesía
catártica, depurativa, en el que el poeta se dé por entero en holocausto
verídico; la necesitamos y ya apunta tímidamente, aunque semiestrangulada por
una indiferencia brutal...". Lo mismo podría haber dicho nuestra poeta,
que estuvo en las mismas circunstancias que el escritor aragonés, y pudo
repetir estos versos al final de su vida con cierto tono de amargura y de
ironía, y burla de su propia sombra:
Es cruel mi agonía
terrestre esta tarde,
es cruel como la muerte de
un piojo soñador.
En resumen, podemos
repetir, como síntesis de la forma y el significado de la obra de Pilar
Lojendio, lo que escribió Pérez Minik a propósito de Almas de piedra:
"Aquí nos hallamos con el decurso dé un pensamiento que a través de una
transmutación lírica se pregunta cuál es el camino para lograr una verdad
trascendental sobre la esencia del hombre y de la mujer —no como recoveco de la
cerrada personalidad, lo que se ha hecho siempre en este tipo de literatura—
frente a la creación el significado de la existencia y el sufrimiento a que nos
somete la historia. Todo verificado sobre un diálogo del yo y el tú, ese yo que
se convierte en tú, que trágicamente no sabe responder y que sólo es capaz de
resistir la terrible presión de una interrogación implacable, dolorida y
conversa" que se manifiesta en estos últimos versos:
Absurda y difícil esta
ruta
nos devolveremos cualquier
día
ya con las arrugas rotas
tú vencido de la mar sin
tierra
yo como la mar en un
recuerdo.
La Laguna, 25-IX-1989
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