PILAR LOJENDIO O LA PASIÓN DE CREAR Y DE VIVIR
Sebastián de la Nuez
Prologo a “Invierno de la Piel”


"¿Qué hago yo aquí antorcha alucinante?"
MIGUEL LABORDETA

Sebastián de la Nuez
La misma Pilar Lojendio nos dice en una entrevista que le hicieron, hacia 1984, que nació en Santa Cruz de Tenerife, el 23 de mayo de 1931, "cuando mi padre enfilaba la bahía para llegar a casa, en plena república". Estudió en un colegio de monjas, se casó en 1956 con Laureano Mariz, piloto mercante, con el que tuvo cinco hijos. Confiesa Pilar que su marido era "uno de mis críticos más duros, mi compañero, mi amigo y mi todo"...


Pilar Lojendio empezó a escribir muy tempranamente, y aunque su obra no fue muy copiosa, para ella era una necesidad expresarse poéticamente, pero no tenía ninguna prisa por publicar; sin embargo, sus primeras obras comenzaron con muy buen pie, obteniendo pronto el prestigioso premio Julio Tovar, instituido por Nuestro Arte, por su poemario Almas de piedra en 1969. Después de la publicación de este libro permaneció en silencio hasta 1984, que editó La lengua del gallo, sin embargo, ella no había cesado de crear poesía, dejando al menos seis obras preparadas para su publicación, y bastantes poemas sueltos. Hacia el final, en la vida de Pilar se. hizo realidad un verso de Miguel Labordeta, con el cual guarda interesantes correlaciones expresivas e ideológicas, quien dice: "el individuo, en abandono, se dirige al suicidio". El abandono literario, el de ella y el de la crítica duró largos años, pero el abandono del amor duró sólo unos meses. Sin poesía se podía vivir muriendo, pero sin amor no. Por eso lo abandonó todo finalmente. El destino de esta poeta fue crear y vivir: crear nuevos seres nacidos de un apasionado amor, y poemas nacidos del coraje de vivir.

En la revista "Poetical World" (USA) ha dicho Labordeta que "hemos de demostrar a los demás que la leyenda del poeta irrisorio es absolutamente falsa; que el poeta puede hacer más o menos lo que todo el mundo (morirse, viajar en los trenes de lujo, ganarse la vida honradamente, saludar con toda dignidad a las señoras...) sin que por eso deje de sentir en sus adecuadas soledades, el vértigo de las edades, la injusticia del mundo en su corazón y la llamarada infinita de lo inexplicable". La actitud vital y la más significativa creación de Pilar Lojendio obedecen a este mismo esquema, a esta "indeclinable naturaleza mental", como apunta Pérez Mínik, cuando comenta Almas de piedra, en cuya obra podemos encontrar versos como los siguientes:

No te anunciarán las sementeras
vivirás y vivirás roto en soledad
como un rompecabezas recompuesto
en el ciclo de las lágrimas
de un ojo al otro entre dos tierras.

A la obra de Pilar, desde el punto de vista de la expresión, se le puede aplicar perfectamente aquello de que "el estilo es el hombre mismo" (Buffon). Parece como si en cada morfema o sintagma, o en cada verso o cada imagen, en cada poema intentara expresarse ella misma, o una perspectiva de sí misma. Desde la primera estrofa de Ha llegado el esposo dice:

Te ha llegado algo nuevo
algo que esperabas hace tiempo
y ahora te encuentras extraña,
y vives como si no fueras tú.

Hasta sus últimos poemarios (aunque el orden que establecemos es provisional, ya que no conocemos la fecha exacta de sus composiciones inéditas) en Pilar podemos establecer, como hipótesis de trabajo "la existencia en el lenguaje de todos los poetas de un algo invariable" (Cohén) que se mantiene a través de todas las variaciones individuales: así en un largo poema inédito, titulado Te busco desde la aurora nos parece por la forma y por el tema, semejante al fragmento poético que copiamos más arriba:

Asómate al sendero
y fortalece tus pies.
Hoy no es igual la luz
y yo digo que hoy
puede ser igual que siempre
para cambiar los cantos
y los ruidos,
yo te digo que hoy no es cualquier día.

Por otra parte, Roland Barthes dice que el método de estudio debe ser "sincrónico", es decir, que coincida con un estado del sistema, con una sección de la historia . En el caso de la poesía de Pilar Lojendio, ahora con el conocimiento de la totalidad de su obra, nos encontramos con una visión original de su tiempo, la generación que transcurre entre los años cincuenta y los setenta, y sobre todo de su propia vida, como pudiera hacerla Rosalía de Castro o Juana Ibárburi dentro de un orbe hispano, o como Fernanda Siliuto ó Victorina Bridoux dentro del reducido ámbito de la poesía canaria, añadiendo la temática de los problemas sociales y existenciales de la época en que inició su andadura poética.

Cuando Pilar nos dice que a partir de Almas de piedra había cambiado totalmente, liberándose de la puntuación de sus poemas, era también porque se enriquecía su expresión, aumentando la utilización de las figuras lingüísticas a nivel semántico (los epítetos, la determinación más o menos impertinentes) y las figuras literarias a nivel metafórico o simbólico. Así por ejemplo en la obra citada dice: "Como la voz se acerca redonda" (epíteto) o "casi espera la página siguiente" (adjetivo determinativo aparentemente pertinente). Pero todavía dentro del nivel semántico tenemos la coordinación "que desborda el campo de la palabra" pues abarca "la sucesión coordinada de frase a la que se llama discurso". Y ya sabemos que la coordinación es uno de los rasgos estilísticos propios de la poesía después del simbolismo, la poesía pura y el surrealismo entre los que se encuentra Pilar Lojendio comprendida de lleno. Nuestra poeta utiliza la coordinación con frecuencia, de verso a verso,, de frase a frase y casi nunca guarda una coherencia lógica congruente, que en realidad son metáforas o imágenes yuxtapuestas. Veamos, a modo de ejemplo, unos versos de Almas de piedra:

Como recomienza la noche su principio
como recomienza sin acabar las luces
contaminando tu ser de toda belleza
tu ser entero duramente en plenitud
en la facultad del no ser comenzado
en la caricia de la lealtad completa
en la supremacía llena de vaticinios.

El sentido trágico del eterno devenir de la noche y el día parece ser la interpretación más adecuada a este discurso de coordinaciones incoherentes. Pilar Lojendio pone en práctica, en sus poemas, la común idea, enunciada por Cohen como principio de la predicación que "cada cual se sirve del lenguaje para expresar su pensamiento personal del momento, lo cual implica la libertad de palabra". Como enunciado absurdo y libre podemos dar cualquier muestra como ocurre en los siguientes versos:

Tu caballo nos devorará un día
nos devorará en la puerta sin voz

Si a este enunciado se juzga desprovisto de sentido, "hay que privar a la herramienta lógica de la posibilidad de continuar, so pena de desacreditarla". Para esto, según el mismo teórico, "cuando se hace uso de ellos se habrá de precisar en qué mundo del discurso nos instalamos, en el de los animales, en el de los números, en el de los astros, asignar a cualquier variable que se asocie a una función determinada cierto al cauce de significación más amplio que su alcance de verdad". En este caso parece que debemos asociarlo al mundo animal y al parecer al de la mitología greco-latina (el mito de los caballos de Diomedes que devoraron a su dueño por la venganza de Heracles). Pero además, en este caso tenemos el propio testimonio de la poeta quien dice, comentando el símbolo del caballo del poemario inédito Los romeros de la noche, que éste "personifica la fuerza, el poder ser o vivir en otras formas naturales y también para lo que has sido programado en la vida con la inmensa tragedia de no poder cambiarlo". Así, si tenemos en cuenta el posible significado de la metáfora "puerta sin luz" (como silencio cerrado) sería equivalente a la tendencia hacia lo trágico, el sometimiento a un implacable destino de devorador de hombres, que es el tiempo (Cronos) camino hacia la muerte inevitable. Extraídos del mundo mitológico o clásico, Pilar Lojendio construye algunas de sus imágenes o símbolos como las alusiones que se hacen en algunos poemas de Ha llegado el esposo.

Pilar Lojendio hacia 1958
Foto: Laureano Mariz
Por eso cuando escribe: "Sí toda mi ropa/ mi carne, mi pelo,/ olían a espliego/ olían a lluvia,/ tenían olor a tu cuerpo". Se refiere al mito de Danae fecundada por Júpiter convertido en lluvia. Y en el poema siguiente identifica al esposo con Zeus transformado en cisne para fecundar a Leda, que se relaciona con otro mito: el de la muerte del cisne, después de su canto, aquí de amor y de lujuria:

Tú bebías con rabia tu destino en sombras
y pedías un sentido de tu vida,
un sentido para ti, para un cisne blanco
para tu alma libre de paloma libre.

La tendencia o la técnica del lenguaje poético surrealista está repartida por casi toda la obra de Pilar Lojendio. Así lo encontramos ya en el citado poemario Ha llegado el esposo y en el largo poema inédito Te busco desde la aurora; pero donde se encuentran más las tendencias de esa escuela es en Almas de piedra, en los inéditos Poemas de amor, en el también inédito Los romeros de la noche y, finalmente, en algunos poemas sueltos como "El gran espejo" o "El aire y el hombre" de la publicación Tres poetas, y en otros inéditos. Sabido es que en el manifiesto de 1924 del surrealismo se dice que éste se produce por "el automatismo psíquico mediante el cual nos proponemos expresar, bien verbalmente bien por escrito, o de cualquier otra manera, el funcionamiento real del pensamiento. Dictado el pensamiento sin que la razón intervenga en él y fuera de toda preocupación estética o moral". Aunque Pilar sigue en parte este postulado, no se puede decir que su poesía sea el resultado de una escritura automática, y que no está exenta de preocupación moral, pues el caso es que en esta poeta el subconsciente y la conciencia están comunicados por sutiles hilos conductores que remite al poema a un mundo muy personal y humano.

Efectivamente, Marcel Raymon dice que esa situación "sólo se produce en condiciones favorables, en que el sujeto debe abstenerse de toda realidad ambiente (cosa que rara vez ocurre con la poesía de Pilar Lojendio, que vive en un continuo trasvase entre el mundo interior y el exterior)... Pero es que además sería un error reducir todos los modos de expresión del surrealismo al procedimiento de la escritura automática y considerar únicamente como "auténticos" los textos escritos al dictado y sin ningún control". "No hemos pretendido —confesaba André Bretón— dar el menor texto surrealista como un ejemplo perfecto de automatismo verbal" y acaba diciendo que "en el mejor de los no dirigidos" generalmente subsiste un mínimo de dirección en el sentido de la disposición del poema". Y esto es exactamente hasta donde llegó el surrealismo de Pilar Lojendio, capaz de expresar los símbolos de su propia poesía como el siguiente poema inédito, que según su autora, se refiere a la muerte de un joven, donde se quiere expresar el amor y la pena que siente por su desaparición:

Te llevaron los romeros de la noche
un otoño con castañuelas
ángel duro ángel arcángel
pollito sin hacer
te llevaron de la noche los romeros
toca las castañuelas Adán de las fiestas
carcomido de siluetas de antaño
pretendes dormir
ser arcángel de hierro con la estatua
ser el biombo de las cosas.

Desde Ha llegado el esposo (1964) hasta La lengua del gallo (1984) transcurren 20 años, durante los cuales se produce casi toda la obra poética de Pilar Lojendio. Al reunir sus obras conocidas, nos encontramos, además de Almas de piedra (1970), 6 poemarios completos, aparte de unos 14 poemas sueltos. Vemos sin embargo una normal evolución y una reconversión interna y externa entre las diversas obras. Si Ha llegado el esposo lo tiene ella misma como "un libro íntimista con poemas de amor, poemas a los hijos... con un entorno total de vida familiar" donde nos encontramos con atisbos surrealistas (como "aquella serpiente... la que se te enroscaba en los pies" o "las crines de un caballo") tenemos su correlato en el libro inédito Te busco desde la aurora, donde el amor y la búsqueda del esposo o del hombre, le conducen a la angustia de la existencia con su proyección social y a la naturaleza, ideas expresadas, sencilla y directamente en la secuencia 17 de este largo poema:

Y nos gustaría la tierra
la que está debajo, más abajo
de donde nace el trigo
y cogeríamos las uvas de la parra
para apagar la sed de nuestros hijos
y la sed de los hijos de nadie
y plantamos amor de nuevo la semilla
y llenaríamos de árboles
el mundo.

Todo renace con la llegada del varón a la casa vacía sin él, y con él toda esperanza vuelve, "nace el trigo, las uvas de la parra, los hijos; se plantará otra vez la semilla...". He aquí como se expresa ahora con sencillez y pasión, con dolor y alegría, madurada después de su primer poema:

Llegas hoy deprisa
como siempre
con las manos hondas
llenas de trabajo,
llenas con olor de siempre
a mar y a rutina
de días interminables
a la casa entera libre de ti
se llena calurosamente
con tu presencia.
Abre tu voz a la llama, hoy
y tu oído a la simiente
que crece.

Ya se habrá observado, que a partir de Almas de piedra, la obra de Pilar Lojendio no sólo cambia a una forma de mayor libertad, sino que se enriquece con las imágenes, los símbolos y su fondo ideológico, humano y social, y ella misma dice que "en este libro los personajes que lo constituyen son muy reales: Dios, el hombre y el poeta, pero totalmente mezclados, contestan y piensan indistintamente". De los poemas de Tres poetas dice que "la línea es muy parecida, pero quizá estén confusos los tres personajes". Así en el poema "La rama del árbol", partiendo de unos versos de Dámaso Alonso: "el árbol del espacio/. Duerme el hombre", Pilar se dirige al dios-hombre, en una especie de mono-diálogo, en que el poeta está implícito:

Al final todo volverá sobre ti
sobre tus siglos de tierra amanecida
para formar los cuerpos con las manos
y llenarse de barro fatalmente
como entonces todo estará lleno de horas
de minutos de días enteros para el descanso
de miradas satisfechas de conclusiones
de oídos ante los altares pobres de la infancia
todo lo pequeño cabrá y lo grande
para derrumbarse luego
nosotros recogemos la pesadez del tiempo.

Aquí, como vemos está presente la creación divina del hombre, y el descanso del dios, los ritos y los sacrificios posteriores de las sociedades primitivas, y finalmente la memoria en el canto del poeta...

El poema inédito Poemas del ser, aunque su lenguaje es más directo, está también dentro de la línea de los anteriores, aunque a nuestro juicio, a partir del sacrificio del altar de un dios imposible, se hace más hincapié en la angustia existencial, dándole una visión más profunda y más amplia a su poesía e incorporando la historia moderna con sus dramas y sus problemas sociales. Para ella el hombre es partícula viviente y el poeta "libélula/ caminante y extraña", que dice la tremenda realidad:

Te deshaces lentamente
en tu pequeño cosmos habitable
te desintegras en soledad
sin ninguna conjunción posible
eterno hombre caprichoso
con eterna ansia de ser

Aparte mencionamos la amplia composición inédita que titula Poema para un niño de espuma, elegía a un hijo desaparecido que conmueve por la ternura y la delicada expresión de sus más íntimos sentimientos, pero sin sentimentalismos:

Sin razón alguna
no volví a conocerte,
cambiabas de rumbo
detrás de cada esquina
y tu recuerdo quedó dormido,
y llovía un agua clara
azulada de asombros.

Reúne Pilar unos Poemas de amor donde la pasión amorosa se hace universal, se funde con la tierra y con la muerte, expresada con símbolo surreal que logra en algunos momentos, una gran intensidad imaginativa, como en esta estrofa

Sí ya sé que la pasión lo puede todo
hasta el hastío reversible de las cosas
y que la sociedad no tiene nombre
es como un río inconsecuente sin sonido
es como un río no nacido aún
en la espesura misma del monte
para llevarnos igual en su corriente.

Ya hemos mencionado el interesante poemario Los romeros de la noche que está dedicado, según su autora, a un muchacho que "murió joven", "lo que pudo haber hecho o lo que hizo pensando que hubiera llegado a mayor". Logra con estos poemas, como ella misma dice, expresar "todas las tragedias de la vida condensadas en tiempo, en viento, en naturaleza, en miserias y alegrías" utilizando un lenguaje como en los mejores libros anteriores, entre lo simbólico y lo surreal. Así, además del poema de "los romeros de la noche", citado más arriba, podemos ver éste bajo el símbolo del caballo, frecuentemente usado por la poeta:

Pasada la noche
se pusieron de puntillas los caballos
y volaron las plumas
y batían las escamas
volaba la noche de cobijas y de escamas
de cobijas se llenó la noche
de plumón de pecho estremecido
gota a gota la luz sin estallar
rozaba los cascos de la furia

Como ella también nos dice el caballo "personifica la fuerza, el poder ser o vivir en otras formas naturales y también para lo que ha sido programado en la vida con la inmensa tragedia de no poder cambiarla"; es pues, además de un símbolo de valor múltiple, un símbolo visionario que nos remite al destino trágico de la muerte de un joven, dándole una dimensión universal.
Según confesión, también de la autora, este poemario "tiene los elementos, el mismo valor que en La lengua del gallo (1984), del que ella dice "el gallo (es decir, el hombre) está de la primera página a la última", y añade "estás tú (el entrevistador), está el poeta (o sea ella misma) y está todo lo importante que rodea la vida del hombre, social, religioso, familiar, con un personaje que aunque parezca ficticio, no es tan ficticio, quizá sea un poco simbólico, pero no tiene nada que ver con el erotismo que representa el gallo". Toda esta confrontación de Pilar Lojendio es un tanto contradictoria: por un lado esta obra representa al hombre en todas sus facetas y por otro lo despoja de sus atributos eróticos, que representa uno de los símbolos preferentes de la autora. Veamos como, al fin, se trata de la búsqueda angustiada del hombre, la búsqueda del ser, la búsqueda del poeta a través de sus símbolos, que recuerda a los ya comentados Poemas del ser, donde abundan las formulaciones contradictorias:

La paloma de sueños
ser paloma sin vuelo de paloma
con brazos de armonía
ser saliva de gallo en esta cueva
ser orilla de pez
estallido de buey
manejar humedades rosadas
redondeles de color,
ser rabia contenida de esa mano
ser el fruto de esta vida que nos muere
ser la luz que nos da muestra leyendo
ser el gallo ser el pez ser el buey
ser paloma ser el gallo
ser el gallo ser el gallo

En este poema acaso se resumen todos los símbolos del poemario y de otros poemarios anteriores como Almas de piedra, Poemas del ser, Te busco desde la aurora y Los romeros de la noche. Los sintagmas: "la paloma de sueños" (metáfora de la poeta), "ser orilla de pez" y "estallido de luz" representan el ataque sexual que justifican "la existencia de la fuerza impetuosa, quedándose, finalmente, entre la ternura y la fuerza de la palabra y el gallo, para rectificar en seguida la intención y el sentido: "ser el gallo ser el gallo",
Finalmente, tenemos una obra inédita, El altar del herrero, escrita, al parecer, ocho años antes que La lengua del gallo, sobre el tema de Caín y Abel. Según la poeta este libro se diferencia poco de los anteriores "en cuanto al entorno", aunque le parece un libro más maduro. El altar del herrero representa el origen del hombre, del hombre errante, que tiene su punto de partida en la ciudad de Nord (la Biblia) y siguiendo su técnica del personaje múltiple, que aquí son Adán (el hombre), Caín y Abel, que representan la fuerza del guerrero y la transhumancia del pastor, junto a Dalila (la mujer coqueta), personajes que le sirven a Pilar para presentarnos toda una concepción moral del drama del hombre sobre la tierra, que recuerda la idea unamuniana del cainismo, de su inevitable destino que Dios mismo le ha designado:

Llevar la marca de los siglos
perpetuando tu estirpe a tus maneras
llevar en la arena de tus pies
todo el odio de la sangre derramada
has herido al otro para hacerte daño
por imperativos de tu propia sangre impuesta
y yo tu hermano soy culpable
culpable de tu vida y de tu muerte
culpable de tu vida y tu desdicha
y si puedes luchar Caín lucha conmigo
que la sangre derramada es la de todos
y que la marca que llevas es la mía.

Como se ve nos encontramos otra vez con su concepción del mundo, con la multiplicidad de los seres que hemos visto en los mejores poemas anteriores: el hombre, el poeta y Dios, donde el amor-odio, el inocente-culpable y la vida-muerte, se entrelazan en el espíritu y en el corazón del poeta.
Hay, pues, una marcada y notable evolución en la poesía de Pilar Lojendio, que partiendo de un sentido amoroso y dramático de la existencia se va pasando desde el yo al tú, desde la familia y los hijos a la sociedad y a todos los hombres, a medida que se pasa de la imagen y el símbolo de lo real al símbolo de lo surreal, sin abandonar por ello los primeros sentimientos de su mundo poético.

Encontramos, finalmente, como empezamos, en Miguel Labordeta una definición de la poesía que sirve muy bien para definir la poesía de Pilar Lojendio, no tan distante en el tiempo, e igualmente marginada en historias, estudios y antologías literarias, que dice: "poesía es reconocimiento". "Camino del corazón-mente en su vuelo nocturno de amor y de ira sobre las aguas profundas del ser incomprensible". Ejemplos para corroborar este paralelo los podemos encontrar desde Almas de piedra a El altar del herrero. De éste nos basta extraer una estrofa:

Airados miramos hacia el cielo
sin comprender jamás nuestra condena
a ti yo te maldigo hermano
por ser mal hijo del padre
para derramar tu sangre a nuestros pies.

Pero Labordeta no sólo intenta definir la poesía, sino señalar la misión del poeta, por eso antes de retirarse a la soledad meditativa escribió: "por encima de los desastres, el poeta debe ser el eterno vigía de la esperanza humana, el insobornable portavoz de la humanidad en su alegría creadora, el centinela de un patético destino". Por eso Pilar dirá en un poema de amor:

Y el amor es la esperanza
de nuestro pan partido
repartido ya como la especie
y el vino es para nosotros
la sangre rota y desgajada
del destino.

Pilar y Labordeta ante la indiferencia de la crítica por su obra, decían: "necesitamos una poesía catártica, depurativa, en el que el poeta se dé por entero en holocausto verídico; la necesitamos y ya apunta tímidamente, aunque semiestrangulada por una indiferencia brutal...". Lo mismo podría haber dicho nuestra poeta, que estuvo en las mismas circunstancias que el escritor aragonés, y pudo repetir estos versos al final de su vida con cierto tono de amargura y de ironía, y burla de su propia sombra:

Es cruel mi agonía terrestre esta tarde,
es cruel como la muerte de un piojo soñador.

En resumen, podemos repetir, como síntesis de la forma y el significado de la obra de Pilar Lojendio, lo que escribió Pérez Minik a propósito de Almas de piedra: "Aquí nos hallamos con el decurso dé un pensamiento que a través de una transmutación lírica se pregunta cuál es el camino para lograr una verdad trascendental sobre la esencia del hombre y de la mujer —no como recoveco de la cerrada personalidad, lo que se ha hecho siempre en este tipo de literatura— frente a la creación el significado de la existencia y el sufrimiento a que nos somete la historia. Todo verificado sobre un diálogo del yo y el tú, ese yo que se convierte en tú, que trágicamente no sabe responder y que sólo es capaz de resistir la terrible presión de una interrogación implacable, dolorida y conversa" que se manifiesta en estos últimos versos:

Absurda y difícil esta ruta
nos devolveremos cualquier día
ya con las arrugas rotas
tú vencido de la mar sin tierra
yo como la mar en un recuerdo.

La Laguna, 25-IX-1989

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